De putas y sermones

Como antesala, comparto dos frases, la primera del pensador austriaco Ludwig Wittgenstein, reponía en su Tractatus Logico-Philosophicus, "Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meiner" (los límites de tu lenguaje son los límites de tu mundo), y la segunda del viejo adagio, "¡Ne supra crepidam sutor judicaret!" (El zapatero no debe de juzgar más arriba de las sandalias).

El alboroto que ha causado estupor en la sociedad costarricense posterior a las palabras de monseñor Ulloa, es innegable al escucharlo expresar como deben vestir las mujeres. Una cosa es opinar y otra muy diferente es demandar, y eso no estuvo claro aquella mañana cartaginesa de agosto. Las mujeres como ciudadanas activas no deben permitir dicho atropello, si a Ulloa no se le cuestiona su celibato por qué él ha de venir a cuestionar la manera de vestir de las mujeres, cada quién en su campo, ofreciendo sugerencias y opinando, ejerciendo la libre expresión claro está, pero sin caer en la violencia de determinar que se hace y que no se hace.

Apelo a una frase de Simone de Beauvoir, para complementar mi indignación, "No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino".

Si es necesario escandalizar al pueblo costarricense con una marcha denominada "La Marcha de las Putas" en buena hora, no es posible que se permita más violencia, porque incluso las palabras matan, pero eso sí, con la misma tenacidad con la que abordan las palabras de Ulloa, así también es necesario liberase de la aberración de publicidad de algunas empresas por medio de la explotación del cuerpo de la mujer como mercancía.

La reivindicación de la mujer en la sociedad es una tarea diaria, sin mirar atrás, no queremos estatuas de sal, sino mujeres cruzando un umbral de esperanza hacia una sociedad donde cada quién sea libre en compromiso con los demás, lejos de cadenas, mercantilistas y retrogradas que laceren la dignidad del ser humano.

Las palabras de un hombre no determinan el quehacer de un movimiento que indudablemente ha brindado aportes a la humanidad, sin embargo es necesario recalcar, el Estado debería considerar que tan prudente es seguir sosteniendo el artículo 75 de la constitución política de nuestro país, y el Estado somos Todos.

Si bien no tengo la condición de mujer para hablar cosas de mujeres, existe un imperativo moral en mi mente que me insta a expresarme, pues tengo madre e hija, amigas, compañeras, solo quiero compartir con ustedes: "que la marcha no sea de un día, sino de toda la vida."

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