... en el rostro de lo humano

La época actual, denominada por Gregorio Iriarte como postmodernidad en su libro Postmodernidad, Neoliberalismo, Globalización (1998), presenta ciertas características, tales como el individualismo consumista, el relativismo moral, el hedonismo, el exceso de información de los medios de comunicación masiva, la primacía de la experiencia sobre el concepto, la conciencia de género, y la idea de aldea planetaria. Además presenta un sistema globalizado de mercado, donde predomina el esquema capitalista con matíz neoliberal, un capitalismo que renunció a su aparente rostro humano y se ha consolidado como un motor masificador, cosificador, y modelador de seres productores-consumidores, donde solo un pequeño cúmulo de la población goza de la riqueza capitalizada.

En la dinámica social las clases productoras-consumidoras, sostén de la economía, surge una desconfianza e incluso apatía hacia el ser humano, esto lo define el pensador lituano-francés de origen judío Emmanuel Levinas (1906-1995) como una alergía hacia el Otro, pues en un mundo donde predomina el "Tener" sobre el "Ser", se genera un afán de competencia, y los seres humanos en lugar de mirarse como iguales se disputan entre sí; como enuncia el judío Martin Buber (1878-1965) en la sociedad existe un avance del Ello sobre el Tú, comprendiendo esto como la preponderancia de la materialidad sobre la esencia del Ser, esta situación desemboca en una angustia por la existencia misma, que se resume a mi parecer en el siguiente enunciado: "Soy productivo para el capital entonces existo".

Esta premisa anteriormente citada, trae a la memoria el suceso en Túnez el 17 de diciembre del 2010, cuándo Mohamed Bouazizi un joven de 26 años, provinciano de Sidi Bouziz, pese a tener titulo universitario, no conseguía trabajo, luego de decidir vender fruta sin licencia en las calles, las autoridades le confisgaron su mercancia, y ante elo desconcierto de muchos, él se autoinmoló, incinerandose.

La reacción del jovén Bouazizi es la manifestación extrema de angustia ante la crisis que afronta la humanidad, la crisis de Ser. Es claro, la crisis mundial no es económica, ni alimentaria, ni inmoviliaria, ni nuclear, la actual crisis es humana, una crisis del Ser, es la reducción del Ser humano a mercancía, donde la muerte del Otro es un fín, como expresa Emmanuel Levinas. Sin embargo el hombre no es un ser de muerte, la judía Hanna Arendt (1906-1975), filósofa-política enuncia "Los hombres, aunque han de morir, no nacieron para morir, sino para innovar", estas voces a favor de la persona deben resonar a favor de una nueva civilización humana, pues éstas son φωνή μετα φαντασίας (voces en que siempre se avista algo).

En un marco actual, los conflictos en Norafrica y Medio Oriente, dejan entrever la convulción humana; hoy día, el ser humano se ha convertido en el verdugo de la humanidad, destruyendo del medio natural, llegando a lo que Levinas denomina la reducción del Otro. El Hombre se torna el depredador de su hermano humano, se olvida de todo aquello que le rodea y envuelto en ideales totalitarios elimina la identidad del Otro y por ende de sí mismo.

Es necesario un compromiso del Uno con el Otro. La humanidad debe tornarse hacia su encuentro, en un diálogo con su entorno y su sentido de trascendencia. Dejar de lado el individualismo producto del sistema económico del mercado, en pos del reconocimiento de la persona en recíproca presencia y encuentro con el Otro, persona también.

Es necesaria una revolución comunitaria, en base al compromiso y respeto entre el Yo y el Tú, entre el Yo y el Otro, teniendo clara conciencia que la economía y todos sus procesos son un medio para el bienestar humano, no así un fin justificador de injusticias y de abusos en contra de la humanidad. Esta revolución como motor debe fundarse en el diálogo como mecanismo de encuentro.

La palabra y el amor como mecanismo de llegada al Otro, es la respuesta a la desconfianza y a la invisibilización de lo humano, como medio de salvación en contra de la violencia, y en como manifestación en contra de alergia hacia lo humano, el vienés Ferdinand Ebner (1882-1931) expresa, "dos hechos que tienen relación entre el yo y el tú: la palabra y el amor. En ellos radica la salvación del hombre". En ellos radica cualquier revolución que realmente pretenda una civilización de la persona, pues el uno no se entiende sin el Otro, así como el Yo no se comprende sin el Tú y viceversa, la humanidad debe reflejarse en el rostro de lo humano.

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