Por una civilización de la persona

Esteban Josué Beltrán Ulate


A mediados del siglo XX, la revolución era una constante en la estructura mental de algunos inquietos, el sistema económico imperante, que es cada vez más inoperante e inhumano, da paso a un inmediato sentimiento de repulsión, y por ende a movilización de masas, en pos de detener la inminente brecha de desigualdad económica, las traiciones políticas teñidas de corrupción son cada vez más, y el intento democrático fallido desarrollado mediante votaciones populares en torno a un mismo cuerpo de políticos enajenados, desemboca en una crisis, la falta de confianza en la política, sus estructuras y la ineficacia de liderazgo, son patentes.

El pueblo se aglomera e instintivamente surge la búsqueda de soluciones contra el pésimo sistema gubernamental. La divergencia de criterios en contra del sistema político al mando de la nación, da como resultado el movimiento de masas, voces beligerantes manipulan mentes débiles, de pronto, insospechablemente un grupo se reúne y propone la declinación del poder político al mando a través de la fuerza, la mano oscura de la hostilidad ingresa entre fronteras, las palas y picos para trabajar la tierra son desplazadas y en su lugar aparecen armas de fuego con marcas ajenas al idioma del campesino, los niños ya no quieren ir a la escuela, quieren seguir a sus padres, las madres aguardan, temiendo que sus hijos mueran, la tierra aguarda silenciosa sin comprender ¿por qué el campesino que antes daba de comer a lo demás quiere aplacar el hambre junto al hambriento detrás del fusil?

Algunos catalogan el movimiento como guerra de guerrillas, otros lo etiquetan como terrorismo, los más relativos los denominan grupos beligerantes. En sus mentes divagan consignas endebles que les otorgaron como dogmas irrenunciables, pero qué más da, ellos están artos del decadente sistema de gobierno, que no hace más que continuar en estructura vertical, y despersonalizada. Se les ve caminar entre montañas y por los barrios, con sus ropas camufladas, juzgando al gobierno, mientras caminan meditando sobre la próxima operación de secuestro y de paso violación; en cambio el gobierno ordena a sus emisarios, que también se les ve caminar por las calles, juzgando a los revoltosos, mientras meditan como acrecentar sus inversiones sin importarles el hambre de sus vecinos, aquellos a los cuales están acostumbrados a mirarles con desprecio.

Pareciera una paradoja de terror, cada movimiento necesita del otro para su propia subsistencia, con métodos diferentes pero con fines iguales, la lucha de poder, la manipulación de consciencias, la despersonalización, el cambio del “Tú” por el “Eso”. Las ideologías que dieron sustento a cada movimiento se han devaluado, sus actuales exponentes las tergiversan, mientras muchos se preguntan ¿cuánto durara el terrorismo contra la persona?

El conflicto iniciado por los hombres debe ser solucionado por ellos mismo, en compromiso mutuo, el cual representa el ligamen de la libertad, misma capaz de salvar; la guerra es un comportamiento más homínido que humano, es un acto impropio del homo sapiens sapiens, como expresa la pensadora judía, Hannah Arendt: "Los hombres, aunque han de morir, no nacieron para morir, sino para innovar".

La fortaleza para actuar se encuentra en el trabajo de consciencia, tanto en el sistema educativo denominado sistemático como en el trato cotidiano, es la organización de comunidades, es la expresión constante de libertad a través de la vivencia diaria, el trabajo será notorio a largo plazo, es una acción liberadora de consciencias, como expresa Emmanuel Levinas “Yo no soy el otro, pero no puedo ser sin el otro”. Es necesario cambiar la visión del eso al tú, tras mentes manipuladas sujetando un fusil, tras políticos corruptos, tras madres desesperadas por el secuestro de sus hijos, hay personas, personas que exigen lo que la ley natural manda, la existencia, no la subsistencia.

Pueblos de todo el orbe uníos, expresad vuestra molestia contra los que producen la guerra, evocad en los “tu” que os rodean la consciencia crítica, elevad el estandarte de la libertad, igualdad y fraternidad, construyamos juntos la civilización de la persona.


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Por una civilización de la persona. Beltrán E. Nuestro País,
(www.elpais.cr), Opinión. Lunes 9 de febrero, 2009

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