De la discapacidad a la diversidad funcional

Esteban J. Beltrán Ulate
ebelula @hotmail.com

En un contexto donde la competencia es el motor que promueve el mercado mundial, desde una estructura macroeconómica que procura flujo constante de productos y generación de plusvalía, surge un planteamiento antropológico, que apela a la consolidación de un ciudadano ideal, en esta dinámica el ser humano ha d poseer características óptimas para poder participar activamente del juego dual de oferta-demanda. Sin embargo la realidad no esta compuesta por un engranaje mecánico, sino por seres humanos que sienten, piensan, no por mecanismos robotizados, así pues el ideal de raza perfecta es una utopía, pues nuestra condición de especie humana, nos ha presentado a lo largo de la historia un camino de diversidad, pluralidad, divergencia y distinción; pero existen unas manos invisibles que promueven, esta distinción, indicando quién es capaz, expresando cuales son las características bilógicas necesarias, enunciando quienes son discapacitados, y por ende minusválidos para la sociedad.

Ante esto La sociedad requiere establecer un giro antropológico, dejar de lado el ideal de humano de competencia, y apuntar al humano de compromiso, donde la autonomía no sea fundamento para una apatía hacia el otro, sino más bien un reconocerse para reconocer a los demás y buscar en sus rostros el rostro de lo humano, en estas circunstancias no existirán disparidades sino responsabilidades.

Definitivamente, el lenguaje es una herramienta social mediante el cual la sociedad manifiesta cual pintura del mundo su imaginario social, se hacen latentes pues las palabras de Ludwig Wittgenstein al expresar “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” (T.L.F.), es así que cada pueblo en su lenguaje muestra la ideología cotidiana en la que se ve inmerso. La palabra se convierte pues en una herramienta que es capaz tanto de alienar como de liberar, por sí sola es acción mediadora en la deconstrucción y construcción de nuevos paradigmas sociales.

La discapacidad es un término acuñado por una sociedad que no abandona una esfera que promueve la estratificación vertical, por más que se han promovido cambios, no se debe considerar que es necesario, pues se requiere un reconocimiento pleno de la humanidad, hacer hincapié en enfermedades, limitaciones, restricciones, no promoverá una verdadera justicie y equidad.
Se requiere un cambio consiente, y apelo pues a las consideraciones que se han venido gestando desde el 2005 en España, a través del “Foro de Vida Independiente”, en el que se desplaza el término discapacidad y se postula el término “mujeres y hombres con diversidad funcional”, considerando que este se distancia del modelo médico y social que presenta a la persona diferente como un ser biológicamente imperfecto, al que hay que arreglar.

Las personas con diversidad funcional, son esenciales y necesarias como humanidad activa, dentro de los procesos sociales, son autónomos, pertenecen a la especie humana, requieren apoyo al igual que todas las personas. No existe discriminación en la terminología acuñada por “Foro de Vida Independiente”, esta más bien pretende establecer un cambio en el paradigma, que a su vez nos invita a reflexionar acerca del fundamento antropológico sobre el cual se esta gestando nuestra sociedad. ¿Que clase de sociedad queremos?, una donde lo humano sea sinónimo de competente y capaz para los intereses mercado, ó una comunidad mundial donde se reconozca la humanidad en el rostro del otro, si apelamos a este último modelo, es necesario y urgente promover este giro antropológico, en favor de una sociedad más humana.

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